martes, 24 de septiembre de 2013

GALERÍA DE ESCRITORES 2013

Te invitamos a conocer algunos escritos elaborados por grado 8 y 9 durante este año.


Participa leyendo y comentando los escritos para poder perfeccionar y mejorar nuestras creaciones.


LEE, DISFRUTA, APRENDE Y HAZ PARTE DE NUESTRA GALERÍA 2013.


NUESTRO ESCRITOR INVITADO 


CELSO ROMÁN

Nació en Bogotá el 6 de noviembre de 1947. Estudió medicina veterinaria en la Universidad Nacional y recién graduado optó por el camino de la literatura y el arte para lo cual ingresó a la facultad de artes de la Universidad Nacional. Maestro en artes plásticas con especialización en escultura, realizó estudios de postgrado en el Pratt Institute de Nueva York y ha exhibido sus esculturas en salas como la del Museo de Arte Contemporáneo, la Galería San Diego y el Museo de Arte de la Universidad Nacional. Combina muy bien sus labores como escultor y escritor con la docencia, es profesor de bellas artes en la Universidad Pedagógica, en la Jorge Tadeo Lozano y en la Nacional. En 1972 publica cuentos cortos en El Espectador, El Tiempo y en varias revistas literarias, durante los dos años siguientes. Ha escrito para los niños varios libros de cuentos y novela como El pirótico barco fantástico, El hombre que soñaba, De ballenas y de mares, Los animales domésticos y electrodomésticos, El maravilloso viaje de Rosendo Bucurá, , Ezequiel Uricoechea: el niño que quería saberlo todo, Acerca y de lejos, etc. Su obra literaria ha sido galardonada en varias ocasiones. Ganador del premio Latinoamericano de Literatura Infantil y Juvenil Norma-Fundalectura 1998 con la obra "El imperio de las cinco lunas"; la Asociación Colombiana para la Literatura Infantil le otorgá un premio por su libro "Las cosas de la casa" (1988); ganador en ciudad de México del premio Netzahualcoyotl de literatura latinoamericana para niños (1982); primer premio en el concurso nacional Enka de literatura infantil (1979) con "Los amigos del hombre"; primer premio en el concurso de cuento 90 Años de El Espectador "Mejor en la montaña " (1978); primer premio en el concurso del libro de cuentos Universidad del Tolima (1977) por su libro "Cuentos para tiempos poco divertidos" El Maestro Román además de escribir trabaja para una fundación que se denomina Taller de la Tierra, un programa de educación ambiental.
 Tomado de:
El Espectador / Paola A. Villamarín, Sábado 18 de abril de 1998, pág. 19-A
Acerca y de lejos / Celso Román. Santa Fe de Bogotá: Educar, Instituto Distrital de Cultura y Turismo, 1991

 Los grandes muebles de sala
 
 


Tímidos habitantes nocturnos de lo más profundo de lejanas llanuras del Asia Central, los grandes muebles de sala habitaron hasta hace relativamente pocos años las estepas de jugosos pastos y grandes ríos apacibles.
Los guerreros mongoles, audaces jinetes en pequeños caballos de largas crines, que cazaban con poderosas flechas la pantera nebulosa y el lobo estepario, nunca se atrevieron a matar un solo mueble de sala.
El Gran Khan descansaba después de las batallas reclinado en un enorme sofá amaestrado, que dormía plácidamente la mayor parte del día en la penumbra de su tienda. Los aguerridos hombres de la estepa, considerados salvajes por los europeos de su época, eran sin embargo, extremadamente tiernos con los grandes muebles de sala, a los que protegían y veneraban considerándolos dioses del descanso.
Menos razonables que los mongoles fueron los exploradores europeos, que no dudaron en cazar a sangre y fuego los pacíficos animales, al descubrir que podían hacer con ellos un magnífico negocio. En vista de que los ejemplares que intentaban llevar vivos a Europa morían de tristeza una vez abandonaban su hábitat, los naturalistas disecaron y montaron algunos en una estática actitud, para ser enviados a los grandes museos. Rellenándolos de paja y usando resortes de alambre, hicieron un burdo remedo, una vulgar imitación de los mullidos vientres de los pacíficos animales, que a pesar de ser sólo una infame copia del original, causaron sensación en el público al divulgarse el uso que les daban los jefes mongoles a los ejemplares que habían domesticado.
Los pedidos no se hicieron esperar. Reyes, príncipes, duques y papas, la nobleza de alcurnia y la nobleza del dinero encargaron hasta tres y cuatro juegos de sala completos para alegrar palacios y jardines.
Indefensos como la mayoría de los grandes animales nocturnos, los cazadores los ahuyentaban por centenares incendiando los juncales donde habitaron por siglos, arreándolos en ruidosas batidas hasta los mataderos de la llanura abierta donde los sacrificaban a garrote para no dañar las pieles.
Fue un proceso de extinción semejante al que acabó con la mayoría de los bisontes americanos y los grandes herbívoros africanos, con la dolorosa diferencia que los grandes muebles de sala desaparecieron totalmente. Los cazadores furtivos, la soledad, la tristeza de los criaderos asolados y algunas plagas como el comején y la polilla acabaron con los poquísimos ejemplares que habían sobrevivido, en parajes aislados, a la inmisericorde persecución llevada a cabo por los europeos.
De esta manera los fabricantes se adueñaron del mercado, inundándolo con las vulgares imitaciones en varios estilos, que nada tienen que ver con la ternura y la gracia de los originales. Las exorbitantes ganancias les alcanzaron hasta para pagar avisos de prensa en los que se decía que la masacre de los grandes muebles de sala era una invención de naturalistas celosos de la industria, de científicos exagerados y de ecólogos románticos enemigos del progreso; y que esa maravilla de la fauna, junto con el pájaro Dodó y el lobo de Tasmania, las otras joyas perdidas de la naturaleza, eran invenciones de viajeros alucinados.
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